Van Gogh: al borde de la locura

Artes visuales - Personajes

El 29 de julio de 1890, murió Vincent Van Gogh, dos días después de dispararse en el pecho, en un campo de trigo en Auvers, Francia. El último año y medio de su vida estuvo impregnado de locura y enfermedades mentales sin nombre en aquel tiempo sin nombre.

       Nació el 30 de marzo de 1853 en Groot-Zunder, Holanda y encontró tarde su vocación artística -a los 27 años-. Tuvo apenas diez años para realizar aproximadamente 900 cuadros y más de 1000 dibujos.

       126 años después, su leyenda y su fama póstuma siguen dando de qué hablar Por ejemplo, los historiadores que afirman que no fue él quien se cortó la oreja, sino que fue Gauguin quien atestó el corte en medio de un pleito.

       En 1947, Antonin Artaud, otro atormentado de la psiquiatría, escribió el ensayo Van Gogh, el suicidado por la sociedad, de donde tomamos algunos fragmentos para recordar al pintor holandés en su aniversario luctuoso.

  • “En los cuadros de Van Gogh no hay fantasmas, ni alucinaciones ni visiones. Solo la sofocante verdad de un sol de las dos de la tarde. La despaciosa pesadilla genésica pausadamente elucidada. Sin pesadilla y sin efectos. Pero allí se encuentra el sufrimiento fetal”
  • “Los paisajes cardados por el punzón de Van Gogh exponen a la vista su carne hostil, el rencor de sus entrañas reventadas, que, por lo demás, no se sabe qué insólita fuerza está metamorfoseando”.
  • “Lo que más me asombra en Van Gogh, el pintor de todos los pintores, es que, sin escapar de lo que se llama y es pintura, sin dejar de lado el tubo, el pincel, el encuadre del motivo y de la tela, sin apelar a la anécdota, a la narración, al drama, a la acción con imágenes, a la belleza propia del tema y del objeto, logró infundir pasión a la naturaleza y a los objetos en tal grado que cualquier cuento fantástico de Edgar Poe”.
  • “Frente a una humanidad de perros empapados y monos cobardes, la pintura de Van Gogh dará testimonio de haber pertenecido a una época en la que no hubo alma, ni espíritu, ni conciencia, ni pensamiento; sólo elementos iniciales, alternativamente encadenados y desencadenados”.
  • “Van Gogh no murió a consecuencia de un estado delirante definido, sino por haber encarnado el lugar de acción de un problema alrededor del cual se debate […] el de la prevalencia de la carne sobre el espíritu, o del cuerpo sobre la carne, o del espíritu sobre uno y otra. ¿y en ese delirio, dónde se encuentra el lugar del yo humano? Van Gogh a lo largo de toda su vida buscó el suyo […] y no se suicidó en una crisis de locura por la desesperación de no llegar a encontrarlo, por el contrario, acababa de encontrarlo y de descubrir quién era él mismo, cuando la conciencia unánime de la sociedad, para vengarse y castigarlo por haberse alejado de ella, lo suicidó”.