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Imaginen unas vacaciones en la playa: sol, cuerpos semisanos por efecto de la brisa marina, relajación. Placentero, ¿no? Ahora, arruinémoslo un poco. Sólo un poco, y de la mejor manera. Somos flores de carpeta asfáltica, y siempre necesitamos una dosis de rudeza urbana, de penumbra de megaurbe. Nada mejor para ese fin que la literatura negra, y nada mejor, si de literatura negra hablamos, que James Ellroy.
Ellroy se convirtió en un autor de ventas notables en los 80, cuando los lectores empezaron a descubrir las propiedades adictivas de esas voluminosas piezas ambientadas en Los Ángeles de los 50, obras teñidas de nostalgia pero sobre todo de crudeza en el retrato, desencanto ontológico, violencia y un humor desaforado, entre negro y sarcástico. En efecto, algo nuevo pasaba.
En el Cuarteto de Los Ángeles (cuatro novelas muy accesibles en bolsillo, cortesía de Ediciones B: La dalia negra, El gran desierto, LA Confidential y Jazz blanco) puede verse la influencia de los clásicos del noir, pero la sensación predominante es que les nació un hijo desenfrenado.
En Ellroy no hay buenos; hay sujetos corruptos y violentos que, en contraste con sus compañeros de reparto, y sólo así, tienen facetas luminosas. Significativamente, estas facetas aparecen sobre todo en sus vínculos con las mujeres. Seguramente recuerdan los lectores al policía de LA Confidential que golpea sin piedad a cualquier maltratador que tenga la desventura de cruzársele, o la obsesión del detective encargado de cazar al asesino de Elizabeth Short en La dalia negra (abstenerse de ver la película de Brian de Palma).
La matriz de esta irrupción de la feminidad en un océano de testosterona tiene una explicación digamos biográfica en la primerísima obra maestra de Ellroy, Mis rincones oscuros, una pieza autobiográfica que gravita en torno al asesinato nunca resuelto de su madre, Gill Ellroy, cuando el autor tenía diez años. Memoria de sus días de formación y crónica del reencuentro con la figura materna por la vía de una investigación policiaca a posteriori, cuando Ellroy era ya un escritor de renombre, el libro puso a su autor donde nunca le importó estar, en la órbita de la crítica, y abrió una veta en su obra que llega ahora a su segundo escalón, el segundo escalón de una autobiografía en negro.
Dicho escalón es A la caza de la mujer, traducido en 2011 por Random House. Descarnadamente, sin contemplaciones con su imagen, Ellroy narra su biografía amorosa, sus vidas en pareja, sus infidelidades, sus compulsiones, sus pecadillos, siempre a la luz o, mejor, a la sombra de la madre asesinada. ¿Estamos frente a un estupendo autor policíaco? Sí. Y frente a mucho más que eso: frente un grande de la literatura contemporánea, sin más. Aguanta el sol y la arena, a los que pone una agradecible penumbra.
Clip LA Confidential http://youtu.be/5nnFof4KpKY