Truman Capote

Literatura - Personajes

“Cada país necesita un maricón que lo represente,

y los Estados Unidos ya halló el suyo: Truman Capote”.

Gore Vidal, 1950

 

Truman Streckfus Persons nació el 30 de septiembre de 1924 en Nueva Orleans. Adoptó el apellido Capote del segundo esposo de su madre. Escritor precoz, a los 11años dedicaba tres horas diarias a la escritura y a los 17 ya trabajaba como periodista en la revista The New Yorker.

            “No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces un día comencé a escribir sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo”.

            En 1948, A los 23 años publicó su primera novela Otras voces, otros ámbitos en donde habló abiertamente de la homosexualidad. “Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio”, es quizá la frase más conocida del autor, sacada de su libro Música para camaleones, una colección de seis cuentos cortos y seis entrevistas, publicado en 1980.

A sangre fría

Truman Capote es considerado un pionero del nuevo periodismo estadounidense gracias al libro A sangre fría, en donde combinó la ficción narrativa y el periodismo de reportaje.

            El 16 de noviembre de 1959 leyó en The New York Times la noticia que lo motivó a trasladarse a un pueblo de Kansas y empezar un camino que duró cinco años de investigación y trabajo.

            “Nadie sabrá nunca lo que A sangre fría se llevó de mí. Me chupó hasta la médula de los huesos. Por poco acaba conmigo. Antes de empezar yo era una persona bastante equilibrada. Luego, no sé qué me sucedió. Sencillamente es que no puedo olvidarlo, especialmente los ahorcamientos del final. ¡Espantoso! El recuerdo de todo aquello no deja de resonar en mi cabeza”.

Las supersticiones de Truman

Capote era popular, entre otras cosas, por su comportamiento excéntrico y narcisista, plagado de manías y supersticiones. Padecía de triscaidecafobia —miedo irracional al número trece— por lo que pasaba gran parte de su tiempo sumando todos los números que lo rodeaban. Llegó a pedir cambios de habitación e incluso de hotel porque el número de teléfono de la habitación sumaba trece.

          También se negaba a abordar aviones en los que viajaran dos monjas juntas; no apagaba más de tres colillas de cigarro en un mismo cenicero y no empezaba o terminaba ningún trabajo en viernes.

          Murió el 25 de agosto de 1984, en Los Ángeles, California. Alguna vez escribió que si reencarnara, le gustaría hacerlo en un buitre: “Un buitre no tiene que molestarse por su aspecto o capacidad para gustar o seducir; no tiene que darse aires. De todos modos no va a gustar a nadie; es feo, indeseable”.