Rocky y la guerra fría

Datos Curiosos

Alejandro Rosas

Todavía era el tiempo de las grandes salas cinematográficas; tiempo en que se podía fumar en el vestíbulo de los cines, las películas tenían intermedio y en los grandes estrenos había que llegar unas horas antes porque nos los asientos no estaban numerados y mucho menos se reclinaban.

     En 1985, el Plaza Satélite 70 registó un lleno absoluto con el estreno de Rocky IV. El cine hollywoodense no pudo escapar a la tentación de llevar a la pantalla grande el enfrentamiento entre el capitalismo y el comunismo que estaba por concluir y que mejor que a través de los guantes del “semental italiano” y el temible ruso Iván Drago.

     El cine se convirtió en arena de box; para la pelea final la gente había olvidado que se trataba de una pelícual y estaba de pie, coreando “¡Rocky! ¡Rocky!”, y aplaudiendo cada golpe que el boxeador de Filadelfia le tiraba a Drago; jabs, upper cuts, ganchos al hígado.

     El cine hollywoodense no pudo escapar a la tentación en llevar a la pantalla grande el agotamiento del viejo conflicto entre capitalismo y comunismo y los aires libertarios que llegaron a la Unión Soviética con la Perestroika y la Glasnost.

     Estrenada en 1985, Rocky IV, fue sin duda una apología del american way of life, pero también un llamado a recibir con beneplácito, la transformación que sufría Europa del Este con la llegada de Gorbachev al poder en la URSS.

     Como reflejo de los tiempos de cambio, el ya legendario Rocky viaja a las entrañas del monstruo comunista –la ciudad de Moscú- para enfrentarse al boxeador ruso Iván Drago, quien había demostrado previamente, la maldad soviética, al viajar a Estados Unidos para derrotar a Apollo Creed, ex campeón de boxeo, amigo de Rocky y el mejor exponente de la soberbia norteamericana. Para colmo de males, Apollo pierde la vida en el ring, luego de recibir una tremenda paliza a manos de Drago.

     Rocky reta al ruso, pero la delegación soviética acepta sólo si la pelea se realiza en Moscú, porque en Estados Unidos los han tratado muy mal. Si la cinta hubiera sido filmada en 3D, el público hubiera visto el maniqueísmo en su máxima expresión

     Por un lado, Rocky entrena con lo que le ofrece el campo y la naturaleza –hoy le llaman crossfit-; por el otro, Drago se entrena con los aparatos más sofisticados y las sustancias más prohibidas que puede haber en el gimnasio-laboratorio con decenas de científicos cuidando su entrentamiento. ¿Quién ganará?

     Como sucede en toda la saga de Rocky, el campeón recibe una paliza en los primeros rounds, pero no cae; no se rinde; no se doblega. De pronto, de manera insólita, el público soviético que gritaba “Drago, Drago, Drago”, termina coreando: “Rocky, Rocky, Rocky” –lo mismo que el público que llenaba el Plaza Satélite 70 en aquel 1985 cuando fue estrenada-, hasta que se alza con la victoria.

     Al término de la pelea, Rocky lanza un discurso sensiblero, pero no por ello, menos representativo del momento, que abona a favor del cambio que por entonces vivía el mundo con la inminente caída del comunismo:

     “Vine aquí esta noche y he visto a mucha gente odiándome –dice de una manera más o menos entendible Rocky, con su no muy clara dicción-. No supe cómo sentirme con respecto a eso, tal vez era porque ustedes tampoco me caían bien. Durante esta pelea, he visto muchos cambios: de la manera en cómo se sentían hacia mí y la manera en cómo me sentía hacia ustedes. Hoy aquí, hubo dos tipos matándose uno a otro pero creo que eso es mejor a que  millones lo hagan. Lo que trato de decir es que si yo puedo cambiar y ustedes pueden cambiar… ¡Todos podemos cambiar!”