El poder transformador del arte: Saemisch

Artes visuales - Obras

A lo largo de su vida, Ernst Saemisch fue defensor, principalmente, de dos ideas: la libertad y el poder transformador del arte. Es inevitable percibir en su obra, afirma David Huerta, “un sentimiento de seguridad en el futuro, en la fuerza creadora; una lección de esperanza en los poderes del arte”.

            En 1982, el pintor Alfredo León Gil, amigo cercano de Saemisch, le propuso realizar una muestra retrospectiva de su obra en la colonia Morelos, en un barrio donde impartía clases de pintura: Tepito. La idea era que los alumnos de dicho taller ayudaran a enmarcar los cuadros para la exposición.

            Ernst aceptó con un entusiasmo que contrastaba con su habitual rechazo a los actos masivos. A lo largo de su carrera nunca tuvo tiempo para “la mercadotecnia”, sólo tenía tiempo para pintar, pero la exposición en este barrio le significaba “salir del estrecho círculo elitista del arte”.

            Al poco tiempo, a causa de un imprevisto, León Gil, le pide al pintor hacerse cargo de las clases del taller, tarea que Saemisch aceptó con gusto.

            Ni el peso de 82 años, ni el de la enfermedad, lo hicieron desistir de trasladarse semana a semana a Tepito; con devoción, preparaba el material de trabajo y sus enseñanzas: “las líneas deben trazarlas con su propia fuerza, con la fuerza de su corazón”; “la observación como medio para desarrollar la sensibilidad, para ampliar su reserva de formas en la memoria, como antídoto contra la superficialidad”.

            Su objetivo era despertar en sus alumnos, la confianza en la libertad creadora con sus dos momentos: el de felicidad y el de sufrimiento, extremos que implican un compromiso sin límites, el de la vida y la muerte.

            “Trabajar como viejo entre estos jóvenes es un regalo de la vida, por el que estoy muy agradecido. Este grupo es una constelación admirable. Los que lo integran buscan ampliar su conciencia, también la artística; ensanchar con una actitud creativa su espacio vital. Para muchos el taller, como ámbito de reflexión y creación significa la liberación del asfixiante abrazo de ‘la banda’ con sus rituales repetitivos. Cada uno avanza aquí  marcando su propio destino. Esto da al taller una atmósfera muy propia que me conmueve hondamente”.

            En mayo de ese año, se realizó la exposición Encuentros/Ernesto Saemisch, en  la Casa de la Cultura Enrique Ramírez y Ramírez, al poco tiempo la salud del maestro agravó a causa de un enfisema pulmonar y los problemas cardiacos que culminaron con su muerte el 17 de diciembre.