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María Izquierdo (San Juan de los Lagos, Jalisco 1902) es una de las pintoras mexicanas más reconocidas a nivel mundial. Fue la primera pintora mexicana en exponer sus obras fuera del país, al llegar su obra al Art Center de Nueva York, en 1930.
Estudió en la Academia de San Carlos y en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Su obra se distingue por representar la tradición popular mexicana. Formó parte de la Liga de escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR); su contribución al movimiento nacionalista de la época fue retomar el folclore y las fiestas tradicionales.
Tanto en su obra como en su vida personal, trató siempre de establecer un equilibrio entre tradición y modernidad, sobretodo respecto al papel de la mujer en la sociedad y en el arte.
“Es un delito ser mujer y tener talento.”
María fue una de las pocas mujeres artistas que destacó en la escena pública durante la primera mitad del siglo XX, junto a Frida Kahlo, Lola Álvarez Bravo y Olga Costa. Pero a pesar de tener muy buenas relaciones con el grupo de intelectuales y pintores de la época, no estuvo exenta de los desaires por “ser mujer”.
En 1945 sufrió uno de los mayores descalabros de su carrera. Había firmado un contrato para decorar el edificio del Departamento del Distrito Federal, que fue cancelado porque Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros se opusieron a que ella realizara la obra, con el argumento de que carecía de experiencia y calidad artística.
A pesar de las gestiones de sus amigos —quienes incluso levantaron firmas para demostrar su apoyo a la pintora— no pudo recuperar el proyecto.
“No se pinta con las manos…”
La carrera de María Izquierdo se vio interrumpida cuando, en 1948, sufrió una parálisis en el lado derecho del cuerpo que además le hizo perder el habla.
“Si no recupero el movimiento de mi mano derecha pintaré con la izquierda o ¡con las dos! —escribió para una revista a los dos años de su parálisis, en los que no había podido pintar— ¿Qué más da? No se pinta con las manos; la pintura debe salir del alma, pasar por el cerebro y luego la emoción la debe derramar sobre una tela, madera o muro. Más aún, si mis manos no sirvieran ya para pintar, colocaré los pinceles en mi boca y así pintaré. Esa es mi promesa a mi misma y a los demás y así la cumpliré”.
“Adiós a María Izquierdo”
María destacó mucho en los círculos de intelectuales y literatos. Antonin Artaud quedó prendado de su arte y fueron muchos los poetas con los que compartió amistad y le dedicaron sus letras.
Murió el 3 de diciembre de 1955, en la Ciudad de México, y así la despidió su amigo Pablo Neruda: “Seguiré viendo las cosas que ella ha puesto en telas de profundidad solar de la misma manera que el pueblo agrupa las fragantes mercancías del mercado, en un hacinamiento, en un desorden mágico, por donde pasa el azul como una cinta eléctrica, y el insondable verde, y la blanca frente del yeso.”