La plaza de la luna

El siglo de la conquista - Vida Cotidiana

Al norte de Teotihuacán, donde termina la Calzada de los Muertos, se encuentra la Plaza de la Luna; rodeada por la Pirámide de la Luna y otros 13 templos menores; al Centro hay un adoratorio de cuatro escalones, cerca de los vestigios de la Estructura A.
    Es en esa estructura -bautizada así por el arqueólogo Ponciano Salazar, en la década de los sesentas-, conformada por diez altares que simbolizan el centro del universo, que Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han explorado por primera vez las entrañas de la Plaza de la Luna en donde registraron el hallazgo de un sistema de fosas, estelas lisas de piedra verde y conductos que marcan lo que los expertos denominaron como  “los rumbos del universo”, además de una serie de horadaciones que contenían cantos de río, un código simbólico elaborado por los antiguos teotihuacanos hace aproximadamente mil 900 años.
    El proyecto de investigación, coordinado por Verónica Ortega, comenzó en 2015 con la inspección del subsuelo a través de un radar de penetración terrestre y a cinco meses de trabajo demuestra, por primera vez, que este espacio abierto no está vacío de evidencia arqueológica. 
    Se trata de las únicas exploraciones realizadas en este lugar, ya que los trabajos encabezados por el arqueólogo Ponciano Salazar, estuvieron dedicados a liberación y restauración del espacio.
    Según estos hallazgos, el tepetate que conforma la superficie de la Plaza fue modificado. Hay una gran cantidad de oquedades, que probablemente eran parte de un programa simbólico, ceremonial y ritual.
    Hasta el momento se han ubicado cinco estelas completas dentro de las fosas, cuyos pesos y alturas varían de los 500 a 800 kilos y entre 1.25 a 1.50 metros. Lo que confirma la importancia de la piedra verde y su uso vinculado a las deidades acuáticas. Las estelas se posan en espacios de 60 centímetros y aproximadamente cuatro metros de profundidad.
    Otro descubrimiento importante fue la ubicación, a tan solo 10 centímetros de profundidad, de dos canales asociados al altar central de la Plaza de la Luna.
    “Nos encontramos frente a un nuevo ombligo de la ciudad”, declaró Verónica Ortega, “frente a un nuevo centro cósmico. […] La Plaza de la Luna no era como la vemos actualmente. Estaba llena de hoyos, canales, estelas, los edificios eran mucho más retirados y la Pirámide de la Luna era de menores dimensiones”.