La increíble historia del Dr. Atl

Artes visuales - Personajes

El 15 de agosto de 1964 murió Gerardo Murillo, el Dr. Atl, tenía 88 años; pintó hasta el último día de su vida. Lo recordamos por sus paisajes, sus personalizados colores vibrantes, su pasión por la naturaleza, pero el Dr. Atl era mucho más que un artista y un maestro irremplazable, así lo describe Diego Rivera, su alumno, en el texto La increíble historia del Dr. Atl:

            “Enseñó a ser insolentes a todos los jóvenes, se demostró prosista y poeta, vulcanólogo, botánico, minero, yerbero, astrólogo, hechicero, materialista anarquista, totalitarista […], editó periódicos, organizó batallones rojos, saqueó iglesias, invitó a tés en las sacristías a bellas damas y reunió alrededor de él a un grupo de los jóvenes artistas de mayor valer en aquel tiempo”.

El nacimiento del Dr. Atl

En 1912, Gerardo Murillo residía en París, en donde funda la Liga Internacional de Escritores y Artistas, fue en esta época, en la que empieza a firmar como “Atl”, que significa agua en náhuatl.

            Cuentan que fue Leopoldo Lugones quien le sugirió agregar el título de doctor, para darle más formalidad al nombre. Al día siguiente fue bautizado or sus amigos en una bañera llena de champaña.

Escritor

En la actualidad, poco se recuerda que el Dr. Atl fue autor de numerosos libros, muchos dedicados a promover el arte nacional, aunque también escribió novela, cuento y poesía.

            Serie de discursos políticos, 1914–1916; Las artes populares en México y Las sinfonías del Popocatépetl, 1921; Cuentos bárbaros, 1930; El paisaje, un ensayo y Cuentos de colores, 1933; Oro más oro, 1936; Cómo nació y crece un volcán y Gentes profanas en el convento, 1950. Son algunas de sus obras literarias.

Amores tormentosos

“Entre el vaivén de la multitud que llenaba los salones se abrió ante mí un abismo verde como el mar, profundo como el mar: los ojos de una mujer. Yo caí en ese abismo instantáneamente”, así recuerda el Dr. Atl su primer encuentro con Carmen Mondragón, a quien después bautizaría como Nahui Olin, nombre náhuatl que se refiere a la renovación de los ciclos del cosmos.

            La conoció en 1920 en una reunión de intelectuales. Al poco tiempo ya parecían inseparables; bajo la influencia del Dr. Atl, Carmen no solo cambió de nombre, también se convirtió en pintora y poeta.

            Fue una relación tormentosa, plagada de celos. A Nahui le gustaba andar desnuda por el mundo –así recibía a los invitados a las fiestas en su casa, y así posó para Diego Rivera y algunos fotógrafos de la época-; al Dr. Atl, le gustaban mucho las mujeres…

            Finalmente se separaron, pero nunca dejaron de pensarse. En su libro Gentes profanas en el convento, el Dr. Atl sacó a la luz las cartas y memorias de su relación con quien fuera considerada “la mujer más bella de México”, y en el velorio del Dr. Atl en Bellas Artes, Nahui Olin, quien tenía años alejada del mundo cultural del país, apareció para despedirse.