La cultura en la pantalla chica

Artes escénicas - Obras

Por Alejandro Rosas

La primera transmisión televisiva oficial se realizó el 27 de julio de 1950 desde el edificio de la Lotería Nacional, a través de XHTV Canal 4, y significó el despegue de la principal atracción de mediados del siglo XX. A pesar de la gran expectación, no se pensaba que fuese a tener gran auge, en primer lugar, por el impacto que todavía tenía el cine y después por el alto costo del aparato televisivo, considerado un artículo de lujo que no cualquiera podía comprar.

Programas de entretenimiento, concursos, musicales y deportivos fueron llenando la programación en un horario inicial de las 16 a las 21 horas. Pronto los programas empezaron a ser patrocinados por importantes compañías como Colgate: “Zarzuelas y Operetas”; “Los quehaceres de Emmita”; la primera telenovela: “Senda Prohibida”, la lucha libre y el box fueron los temas que ganaron terreno en las conversaciones cotidianas de la gente, que poco a poco se olvido de la política, dejándola exclusivamente en manos del sistema.

En 1955, el canal 4 de Rómulo O’Farril, el canal 2 de Emilio Azcárraga Vidaurreta y el canal 5 de González Camarena se fusionaron para formar Telesistema Mexicano y dominar así el mercado televisivo. Así nació el primer monopolio cuya programación se inclinó por mantener la línea del entretenimiento, mezclada con información de noticieros donde se consignaba un México progresista, estable, unido y desarrollado.

Bajo el famoso lema de “pan y circo” la televisión olvidó la importancia cultural y educativa que pudo desarrollar paralelamente al entretenimiento. Nunca impulsó proyectos culturales, a los que sólo concedió algunos espacios aislados y por temporadas, que pretendían mostrar al público una imagen de compromiso y responsabilidad social.

Tal como pasó en otros medios como la radio y la prensa, la televisión concedió espacio a algunos programas donde se podían escuchar críticas al gobierno. Poco antes de su muerte en 1959, José Vasconcelos participó en “Charlas Mexicanas”, programa donde se tocaban temas culturales, pero donde el escritor mostraba, su abierta animadversión a la familia revolucionaria y su condena a los vicios políticos que sustentaban al partido oficial desde 1929. El programa se transmitía todos los jueves y tuvo una duración de nueve meses.