Del México Antiguo a la conquista
El siglo de la conquista
El México Virreinal
La Nueva España
Aires Libertarios
El México Independiente
La época de la anarquía
La era liberal
El Porfiriato
El México Contemporáneo
La revolución
La reconstrucción
La estabilidad
La época de las crisis
La transición democrática
Artes visuales - Personajes
Clic en la imagen para ver la galería
Octavio Paz y María Izquierdo se conocieron en 1938 en el Café de París, lugar que durante más de una década representó uno de los centros de la vida literaria y artística de la ciudad de México, muy frecuentado por escritores, pintores, músicos, periodistas y demás protagonistas de la vida artística y cultural del país.
Paz recuerda que algunas de las presencias femeninas más destacadas del lugar “por su porte y manera de vestir” eran Lupe Marín y María Izquierdo:
“Era una diosa prehispánica –describe Paz en una entrevista realizada por Miguel Cervantes en 1988- un rostro de lodo secado al sol y ahumado con incienso de copal. Muy maquillada, con un maquillaje no up to date sino antiguo, ritual: labios de brasa; dientes caníbales; narices anchas para aspirar el humo delicioso de las plegarias y los sacrificios; mejillas violentamente ocres; cejas de cuervo y orejas enormes rodeando unos ojos profundos…”
La pintora llamaba la atención, también, por sus vestidos, de colores estridentes y grandes accesorios: “lo único que falta es que, de pronto, le salgan unos colmillos o saque del brassiere el cuchillo de obsidiana y le extraiga el corazón a Soriano”. Aunque su elección de moda podría compararse en estilo con la de Frida Kahlo, Paz destaca una diferencia sustancial: mientras que Frida usaba auténticos vestidos regionales, María usaba “versiones fantasiosas de las modas populares”.
En esa primera etapa, la relación entre Paz e Izquierdo, era apenas la de dos conocidos, con un gran grupo de amigos en común, que se saludaba cuando coincidían. Poco tiempo después, el escritor invitó a la pintora a colaborar como ilustradora en el primer número de la revista Taller, cuyos textos de esa primera edición eran un homenaje de los escritores jóvenes para su admirada pintora.
Paz asegura que María Izquierdo no era una “mujer literaria” y que además “leía poco”, pero aún así, siempre estuvo ligada al mundo de las letras. Sobre todo por su amistad con personajes como Antonin Artaud, Pablo Neruda y él mismo, amistad incluso a prueba de otras amistades: “Cuando Pablo (Neruda) decretó mi muerte civil –una orden que acataron sin chistar varios amigos míos, mexicanos y españoles- María tuvo el valor de desobedecerlo y siguió viéndome”.