¿Gobernadores o caciques?

La reconstrucción - Hechos

Después de la promulgación de la carta magna en 1917, los gobernadores del país alcanzaron un papel preponderante para la formación del nuevo Estado mexicano. Sin embargo, este centralismo político, permitió que los mandatarios estatales, ""medio caciques, medio caudillos militares, medio nuevos ricos hechos a imagen y semejanza del presidente de la República"", se fortalecieran de manera inconmensurable.

En 1939, un grupo de gobernadores, encabezados por el jefe de gobierno poblano Maximino Ávila Camacho, formaron el Bloque de Gobernadores de la República Mexicana, con el principal objetivo de dirigir las tendencias políticas para influir en la designación del futuro candidato oficial a la presidencia de la República.

De este modo, la influencia regional volvió a tocar los niveles más altos de poder e influencia con respecto al gobierno del centro y aunque existieron algunos intentos por parte del presidente por imponer su máxima autoridad, esta organización sentó el precedente de la proliferación de fuerzas políticas contrarias al centralismo presidencial.

Con esa fuerza extraordinaria y bien organizada, los gobernadores cobraron mayor trascendencia en la influencia política del país. De alguna manera, comenzaron a marcar el ritmo y la forma de vida de las colectividades que representaban. Por ellos pasaban las garantías y progreso de sus regiones, la seguridad para las personas y sus propiedades, los estímulos para el trabajo y las empresas y por supuesto las posibilidades de adelanto y mejoramiento.

Más aún, en 1943 vino el cambio de más de la mitad de los gobernadores del país. Por ejemplo, Gonzalo N. Santos, logró la gubernatura de San Luis Potosí y se convirtió en el presidente del Bloque. Durante su gestión logró que el periodo para gobernador se extendiera de cuatro a seis años. Impuso que algunas de las deudas públicas adquiridas con la federación fueran suprimidas y en el colmo del aprovechamiento político, hizo que el presupuesto de algunos estados fuera aumentado de cuatro a doce millones de pesos anuales.

El ideólogo del zapatismo, Antonio Díaz Soto y Gama opinaba así de Santos: ""Impulsivo a ratos, tropicalmente pasional, posee una inteligencia despejada y ha aprendido a sacar provecho de las lecciones de la vida. Quiere crearse una posibilidad como edificador y como creador de nuevas fuentes de riqueza. Quiere demostrar que los revolucionarios también sabemos construir. No hay duda que pueda hacerlo"".

En el México de la reconstrucción este modelo de poder regional modernizó la figura de los caciques y los convirtió e indispensables del desarrollo del sistema político mexicano de la posrevolución.