El museo casa de Carranza

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La casa ubicada en Río Lerma número 35, era de las mejores casas de la colonia Cuauhtémoc. Ocupaba 550 metros cuadrados de lo que había sido la hacienda de la Teja. El ingeniero civil Manuel Luis Stampa —uno de los principales impulsores de la urbanización de la ciudad de México— no reparó en gastos para edificarla a su gusto.

          La ubicación del inmueble era inmejorable. A una cuadra se encontraba el paseo de la Reforma y, un poco más retirada, la célebre estación Colonia, a la cual podía llegarse a pie. En 1913 la Decena Trágica trastocó la tranquilidad de la flamante colonia y acabó con la apacible vida de la familia Stampa. Durante esos días, el general Felipe Ángeles estableció su centro de mando en los sótanos de la casa y permaneció en ella hasta el día 18, cuando la traición se consumó y el general fue aprehendido y enviado a Palacio Nacional para acompañar a Madero en los últimos días de su vida.

          El ingeniero Stampa no quiso arriesgar la integridad de su familia y decidió dejar la casa. En 1918, cuando la vida cotidiana de la ciudad de México comenzaba a normalizarse, los oficiales Juan Barragán y Paulino Fontes compraron la mansión y al año siguiente la arrendó Carranza pagando por adelantado 6 meses de renta que, curiosamente, se vencieron en los días en que fue asesinado en Tlaxcalantongo, Puebla, en mayo de 1920.

          El otrora Primer Jefe se estableció en su nuevo domicilio acompañado por Julia, su hija. Y aunque dispuso de la gran biblioteca e incluso acondicionó un pequeño cuarto como oficina para su secretaria, pocas horas pasó Carranza en la casa. Mientras lo permitieron las circunstancias políticas, Virginia, su otra hija, y su marido, el general Cándido Aguilar lo visitaban los fines de semana.

          La rebelión de Agua Prieta, encabezada por Calles y De la Huerta, obligaron a Carranza a evacuar la ciudad de México el 7 de mayo de 1920. A las puertas de la mansión porfiriana sus hijas, Virginia y Julia lo despidieron. Don Venustiano las abrazó y antes de partir les dijo: “Si por desgracia muero … que me entierren entre los pobres”.

          No regresó con vida. Hacia el 24 de mayo la sala de la casona fue acondicionada como capilla ardiente –con los años la mayoría de los Constituyentes de 1917 serían velados en el mismo sitio- y ese mismo día fue sepultado en una fosa de tercera clase como lo había pedido.

         De acuerdo con el decreto presidencial del 27 de julio de 1942, el presidente Manuel Ávila Camacho ordenó que la casa se incorporara al patrimonio de la nación para que la Secretaría de Educación Pública la destinara a oficina de la Asociación de Diputados Constituyentes de 1917, Biblioteca y Museo Histórico de la Constitución y Leyes Constitucionales. En 1961, un nuevo decreto la transformó en el Museo Casa de Carranza y fue inaugurado oficialmente por el presidente Adolfo López Mateos