El convento de Betlemitas

La Nueva España - Vida Cotidiana

El otrora hospital de Betlemitas era una de las construcciones que sobrevivió a los azarosos tiempos del liberalismo político, no sin sufrir un sinnúmero de modificaciones. Fraccionado en distintos momentos del siglo XIX, al comenzar la segunda década del siglo XX, su tamaño original se había reducido considerablemente. Sin embargo, su dignidad permanecía vigente gracias a ciertas transformaciones urbanísticas que permitieron que las calles donde colindaba la vieja construcción, fueran comercial y políticamente importantes para el centro de la ciudad.

           En los siglos anteriores, el hospital de Betlemitas, su convento, noviciado, templo y huerta llegó a ocupar, en dirección norte-sur, de la calle de Tacuba a la de San Francisco (hoy Madero); y de oriente a poniente, de la calle de Vergara (hoy Bolívar) al callejón de Betlemitas (hoy Filomento Mata). La propiedad fue fraccionada a lo largo del siglo XIX, siendo, el teatro Nacional y el Hotel Vergara, dos de las construcciones que más espacio ocuparon de la antigua propiedad de los betlemitas.

           Al finalizar el siglo XIX, la manzana completa estaba ocupada por distintos locales comerciales. En el costado sur, que daba a la calle de San Francisco, se encontraban un comercio de efectos de lujo, la casa de modas de Madame Droutt, una tienda de espejos, un depósito de muebles y la zapatería Nacional, que también tenía acceso por la calle de Vergara.

           Junto a esta última –continuando sobre Vergara-, se levantaba imponente el Teatro Nacional –llamado en otros tiempos el gran teatro de Santa Anna-, en cuya fachada terminaba –o comenzaba- la cada vez más importante calle 5 de mayo. La gente que venía de otros estados de la república o del exterior, podía quedarse en el Hotel Vergara ubicado junto al teatro y disfrutar de su famoso restaurante.

           La única parte de la antigua propiedad de los betlemitas que seguía fiel a su tradición eran las accesorias que se encontraban sobre Vergara y San Andrés. Desde que fue construido el convento, los betlemitas las arrendaron para el comercio a fin de obtener recursos para la manutención del hospital y las necesidades propias de la orden. A finales del porfiriato, las accesorias seguían teniendo un fin comercial, pero estaban en manos de particulares, y comenzaban después del Hotel Vergara, -sobre la calle del mismo nombre- con la zapatería La Imperial, los Antiguos baños Vergara, una casa de empeño, un local que se anunciaba como “Quemazón de calzado” y la zapatería El Pie de la Hurí.

          La esquina de Vergara y San Andrés (Tacuba) estaba ocupada por otra zapatería llamada El pie de la Sílfide. Siguiendo por San Andrés, continuaba la vieja iglesia de la orden betlemítica. Estuvo abierta al culto público hasta 1861, luego fue bodega del antiguo ministerio de Fomento, museo tecnológico y biblioteca de economía y ciencias sociales          –desde la década de 1960, albergaría al museo del ejército.   

          Al doblar hacia el callejón de Betlemitas, se encontraba la Tipografía Literaria de Filomeno Mata, donde se publicó el célebre Diario del Hogar hasta 1913. Continuaba el callejón con la Biblioteca del 5 de mayo, una fábrica de muebles y una escuela Nocturna gratuita para adultos, que colindaba con la parte posterior del hotel Vergara y con el local de efectos de lujo, con lo cual se completaban los comercios de la manzana.

          Al acercarse las fiestas del Centenario, el predio que ocupaba antiguamente el Hospital de Betlemitas había sufrido nuevas e importantes modificaciones. El Teatro Nacional fue demolido en 1901 para dar paso a la prolongación de la calle 5 de mayo que llegaba hasta San Juan de Letrán. Con la desaparición del teatro, el Hotel Vergara también vio el fin de sus días.

          Sin embargo, un nuevo hotel fue construido en el número 11 de la calle Vergara. El propietario, Francisco Torres, aprovechó parte del convento betlemítico para edificar el hotel que pronto se hizo famoso bajo el nombre de “Ambos Mundos”, como aparecía en las guías de la ciudad de México de 1910.

          Años atrás, don Manuel Romero Rubio, suegro de don Porfirio, también había adquirido parte del predio de los betlemitas para edificar una elegante mansión, de estilo francés –por entonces de moda-, cuya acceso se encontraba en la calle de San Andrés número 6.

          El domicilio de la familia política del presidente, en la calle de Tacuba, junto con la cercanía del Palacio de Comunicaciones, del Palacio de Minería y del Palacio Postal, incrementaron la plusvalía de las calles aledañas y de las accesorias que colindaban con la propiedad de don Manuel Romero Rubio. No fue casualidad, que entre 1900 y 1910, varios despachos de abogados abrieran en el callejón de Betlemitas; banqueros y financieros hicieron lo propio. En la calle de San Francisco y Betlemitas, se encontraba el bufete de dos jóvenes abogados, Rafael L. Hernández, primo del futuro presidente Madero y Luis Cabrera, que con los años sería cercano colaborador de Venustiano Carranza.

          Por si fuera poco, el gobierno también era propietario de una parte del viejo convento. Así lo establecía el Diccionario de geografía, historia y biografía mexicanas publicado por V. de Ch. Bouret-Paris, en 1910: “Y actualmente se encuentran en el antiguo emplazamiento [del hospital de Betlemitas], y en un edificio moderno y muy hermoso, las oficinas del Departamento de Pesas y Medidas y otras dependencias de la Secretaría de Fomento”.  Sin embargo, nada señalaba acerca de la suerte que había corrido el convento en el área donde se encontraban las accesorias, en la esquina de Vergara y Tacuba.