El conquistador y el cacique

La Nueva España - Hechos

Por su sangre corría el linaje de los señores de Azcapotzalco. Ixtolinque era hijo de Cuauhpopoca, señor de Coyoacán en 1520, cuando estaba por iniciar la guerra de conquista. Acusado de dar muerte a tres españoles, su padre fue quemado en una hoguera dentro del Palacio de Moctezuma pocos días antes de la batalla de la Noche Triste. Ce Tochtli, hermano de Ixtolinque no corrió con mejor suerte. Luego de participar en la defensa de Tenochtitlan al lado de Cuauhtémoc, cayó preso con el último emperador de los aztecas y por instrucciones de Cortés fueron ahorcados juntos el 28 de febrero de 1525.

A pesar de la crueldad mostrada por el conquistador con su padre y con su hermano, Ixtolinque le profesó una lealtad inaudita. En cierta ocasión, Cortés y un puñado de sus hombres, fueron sorprendidos en Cuernavaca por cerca de dos mil indígenas. La situación parecía irremediablemente perdida pero Ixtolinque logró dispersarlos al matar de dos saetazos al capitán de los indios. También asistió a don Hernando en la conquista de Oaxaca y en el valle de México redujo a muchos indios que habían huido a las montañas, ""trayéndolos al servicio del rey y conocimiento de la santa fe católica"".

Para ratificar su lealtad a Carlos V, recibió el bautismo adoptando el nombre de Juan de Guzmán Ixtolinque. Su apoyo incondicional a los españoles le valió el reconocimiento del propio Cortés y de la corona española y en 1526 le fueron devueltas las tierras que habían sido de su familia, recibió el nombramiento de gobernador de Coyoacán y por cédula real le fueron concedidos escudo de armas y título de nobleza.

Las propiedades de don Juan de Guzmán eran muchas y estaban distribuidas desde Tizapán hasta Churubusco, en los linderos de Xochimilco hacia el oriente y hasta Tacubaya por el norte. También tenía una importante y extensa finca en Chimalistac.

Cuando los padres dominicos llegaron a Coyoacán, don Juan de Guzmán apoyó la construcción de un convento sobre las ruinas de un Calmecac -escuela para los nobles indígenas durante el imperio azteca-. El templo fue levantado en 1529 en el centro de Coyoacán bajo la advocación de San Juan Bautista y el noble indígena fue uno de sus principales benefactores.

Aunque la población estaba concentrada en Coyoacán, los barrios más alejados necesitaban atención espiritual, sobre todo en los años inmediatos a la conquista cuando se hacía imprescindible la evangelización. Los dominicos consideraron insuficiente el templo de San Juan Bautista y con la venia de don Juan de Guzmán Ixtolinque decidieron levantar otros conventos como apoyo a la parroquia principal.

Se fijaron entonces en un barrio cuyas tierras eran fértiles, el clima agradable y benigno, algunos ríos garantizaban la abundancia del agua y se respiraba tranquilidad. Parecía el sitio idóneo para el recogimiento espiritual. Eligieron así, el barrio de Tenanitlan para fundar su casa cural.

La primera construcción de los dominicos era una ermita de adobe dedicada a la Virgen del Rosario. En 1554 fue sustituida por una modesta iglesia con su pequeño convento al lado. Hacia 1596 se conoció en México la noticia de la canonización de Jacinto, ex conde de Kontza, compañero y cercano colaborador del fundador de la orden: Santo Domingo.

Era la primera vez que en la Nueva España se festejaba una canonización y para compartir su júbilo con los habitantes de la ciudad de México y las otras órdenes monásticas, los dominicos organizaron procesiones y misas durante ocho días. Como corolario de la magna celebración dedicaron la casa cural de Tenanitlan a su nuevo santo y una vez edificada la parroquia, el barrio adquirió el título de pueblo. A partir de entonces fue conocido como San Jacinto Tenanitlan.

Don Juan de Guzmán Ixtolinque no vio terminada la obra de los dominicos. Falleció en 1569 luego de gobernar Coyoacán durante 44 años. Sin embargo, bajo su gobierno comenzaron a repartirse las tierras de Tenanitlan. Dentro de sus propiedades, don Juan tenía una huerta que se extendía desde Chimalistac y casi limitaba con la casa cural de los dominicos en Tenanitlan.

Su hijo, don Juan de Guzmán, el joven, heredó el cacicazgo y asumió el gobierno de Coyoacán pero sólo por cuatro años, falleció en 1573. Como última voluntad, don Juan dejó una importante extensión de tierra para mandas piadosas y fue su hijo, el cacique don Felipe de Guzmán Ixtolinque el encargado de cumplir su deseo: entregó a la orden del Carmen la mitad de la huerta situada junto a Chimalistac que en su limite con San Jacinto tenía construida una pequeña ermita de adobe dedicada a San Felipe.

La centenaria tranquilidad de Tenanitlan estaba próxima a desaparecer. A todas luces se vislumbraba un conflicto entre dominicos y carmelitas, sobre todo cuando la orden del Carmen se dispuso a construir uno de los conventos más hermosos de la Nueva España del siglo XVII.