Del México Antiguo a la conquista
El siglo de la conquista
El México Virreinal
La Nueva España
Aires Libertarios
El México Independiente
La época de la anarquía
La era liberal
El Porfiriato
El México Contemporáneo
La revolución
La reconstrucción
La estabilidad
La época de las crisis
La transición democrática
Artes escénicas - Obras, Artes visuales - Obras
Clic en la imagen para ver la galería
“Verse la cara no es conocerse,
más fácil es que nos entreguemos,
así como estamos
cuando no podemos vernos ni nosotros mismos”.
Diálogo de la Comedia sin solución, de Germán Cueto.
En 1932, Germán Cueto, se adhiere a las filas de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios. Entonces empieza a destacar no solo por su escultura y su obra gráfica sino también por su participación en el terreno de la escena.
Su amigo Silvestre Revueltas lo recomienda para participar en proyectos teatrales y en 1933 colabora con el director Julio Bracho en el montaje de la obra Lázaro rió, de Eugene O’Neill, en donde participan más de 300 actores aficionados. Los decorados de la obra estaban a cargo de Carlos González y las más de 200 máscaras que lucían los actores fueron realizadas por German Cueto.
También participo en Proteo de Francisco Monterde y en la elaboración de máscaras para el montaje de la Coronela de Seki Sano y Waldeen en 1940.
German y Lola Cueto convocaron a diversas personalidades de la plástica como Ramón Alva de la Canal, Leopoldo Méndez, Angelina Beloff y literatos como Lizt Arzubide y Graciela Amador, músicos como Silvestre Revueltas y los teatreros Elena Huerta Múzquis, Enrique Assad y Roberto Lago para preparar una audición que presentarían –en el patio de su casa- ante el secretario de Educación Pública, Narciso Bassols, con miras a conseguir apoyo para la creación de los grupos que darían inicio al programa de teatro de títeres de la SEP, un proyecto diseñado para modelar a la infancia, a través de un abanico de valores como la alfabetización, el laicismo, el trabajo, la higiene, etc.
De ahí nacen las compañías Comino, Rin Rin y Periquito y posteriormente El Nahual, que realizan un sinfín de presentaciones en patios de escuelas primarias, en teatros y giras por la república.
Es entonces que Cueto decide experimentar en el terreno de la dramaturgia y escribe algunas piezas como la Firuleque en el circo y la Comedia sin solución, un ensayo de teatro sintético futurista, una propuesta experimental que buscaba alejarse de la representación realista y que ponderaba las acciones y diálogos breves llenos de símbolos e imágenes, un tipo de teatro, muy adelantado a su época:
“La escena. Oscuridad. Al fondo una gran ventana y, detrás de ella, la fría claridad de la luna. Es indispensable que los personajes sean absolutamente invisibles.
Personajes. Ella y Ellos. Después de alzado el telón, hay un largo silencio que parece interminable hasta que uno enciende un cigarro y apaga inmediatamente el cerillo”.