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Cristóbal de Villalpando (1649-1714) es considerado uno de los pintores mexicanos más fecundos de la Nueva España, por su prestigio y por las invitaciones que recibió para colaborar artísticamente con distintas órdenes religiosas como los dominicos, franciscanos, jesuitas y carmelitas.
Como muchos otros artistas de esa época, se inició en el oficio copiando grabados de artistas europeos que llegaban a América importados en barcos. Fue aprendiz de Baltazar Echave y Rioja, pero una de sus influencias más importantes, que se puede apreciar en su obra, es la de Rubens, dado su manejo de las sombras y color.
El retablo mayor de Huaquechula, Puebla, de 1675, que consta de 16 lienzos, se considera su primera obra conocida. Le siguieron gran cantidad de pinturas que se conservan en distintas iglesias, museos y colecciones particulares.
“No hay mejor museo o galería de arte virreinal en México que los propios conventos o iglesias –escribe Elisa Vargas Lugo- […] El lienzo fue la técnica preponderante de la época barroca que satisfizo el gusto novohispano”.
Casi siempre trabajaba por encargo; en 1684 cobró trescientos cincuenta pesos, luego de firmar un contrato con la Catedral de México para realizar La iglesia militante y triunfante, primera pintura que cubrió los muros de la sacristía. Luego, en 1686, pintó El triunfo de la iglesia, en el muro oriente y finalmente, en 1688, La mujer del Apocalipsis y la Aparición de San Miguel en el muro poniente. Estos tres lienzos son considerados sus obras maestras.
Villalpando también fue arquitecto. Construyó la iglesia de San Agustín en la Ciudad de México y realizó varios arcos triunfales de arquitectura efímera como los que se realizaron para la recepción del conde de Monclova en 1886 y del virrey conde de Albuquerque, en 1702.
Su firma es una de las peculiaridades de su estilo. Se le conocen varias maneras de firmar, rasgo único en su época. A veces sólo ponía su apellido, “Villalpando”, en otras añadía una “F. Fat o fac” que quiere decir “hace” también utilizó su nombre en mayúsculas de esta manera: “XPTOBAL D VILLALPANDO”.
Entre sus obras también destacan los lienzos del retablo de la Iglesia de Aztcapotzalco que datan de 1681, La Transfiguración en la capilla del Divino Redentor en la Catedral de Puebla (1683) y la Serie de la vida de San Ignacio de Loyola, en el Colegio Jesuita de Tepotzotlán.
En 1686 fue nombrado veedor del gremio de pintores y escultores -cargo que ostentó hasta su muerte-, su trabajo consistía en vigilar la calidad de la obra de otros artistas; entre los pintores que examinó y que aspiraban a ser maestros de pintura se encuentran Nicolás Rodríguez Juárez y Juan Correa.