González de León, el arquitecto del México Moderno

Arquitectura - Personajes

“El presente es lo que más debería interesar a un arquitecto.

Hacemos el futuro enfrentando al presente”.

Teodoro González de León

            

Teodoro González de León, reconocido como el arquitecto del México moderno, falleció el pasado viernes 16 de septiembre a los 90 años. Era un hombre que consideraba a la arquitectura como “una forma de vida, una forma de afrontar el presente”; contagiado de la vitalidad que le otorgaba su vocación, se despidió en un año lleno de homenajes, trabajo  —“retiro” era una palabra prohibida para él­— y obra expuesta.

            Nació en la Ciudad de México, el 29 de mayo de 1926, en una casa ubicada en Tíber y Reforma, frente a la columna de la Independencia.  Más tarde, su familia se mudó a San Ángel, a un inmueble contiguo a la casa de Diego Rivera; ahí tuvo su primer “enamoramiento arquitectónico” cuando atestiguó la construcción de la Casa estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo, que realizó Juan O’Gorman entre 1929 y 1930.

            Estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura (1942–1947) y, aún  siendo estudiante, participó en el proyecto de la Ciudad Universitaria de la UNAM, al lado de Armando Franco y Enrique del Moral. En 1947, el Gobierno de Francia le otorgó una beca,  para trabajar durante 18 meses en el taller Le Corbusier.

             El Auditorio Nacional, el Museo Tamayo, Reforma 222, el Arcos Bosques Corporativo —mejor conocido como “el Pantalón”—, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) y el Colegio de México, son solo algunos de los edificios que creó en sus más de 70 años de carrera.

            La importancia de su obra radica no solo en su mérito arquitectónico o artístico, por los que alcanzó varios reconocimientos a nivel internacional —Premio Nacional de Artes 1982, Gran Premio de la Bienal de Sofía, Bulgaria de 1988 y Premio de la Bienal de Buenos Aires, Argentina 1991, entre otros— sino en que forma parte de la vida de los habitantes de la Ciudad de México, ya que todos tenemos experiencias, recuerdos y trato cotidiano con sus creaciones.

            “Llevo más 80 años aprendiendo la manera de vivir, la forma de ser —comentó a la prensa—. No he aprendido disciplinas, las he convertido en formas de vida; la lectura es una forma de vida, el dibujo, la pintura, la escultura, son una forma de vida; visitar las ciudades, escuchar música y la arquitectura son formas de vida; no tener ninguna religión es mi forma de vida”.