Un dramaturgo de la revolución: Manuel Mañón

Artes escénicas - Personajes

El sábado 19 de noviembre de 1910 el público aplaudía con entusiasmo los couplets cantados por “La Gatita blanca”, María Conesa, en el Teatro Principal; en el estreno de El mundo Galante, del dramaturgo argentino Ventura de la Vega. “Esa misma noche –describe Manuel Mañón-, el público del Principal, y la ciudad entera, se encontraba expectante por los acontecimientos desarrollados la víspera en la ciudad de Puebla, donde Aquiles Serdán […] hizo resistencia de los esbirros del gobierno en unión de sus familiares, pereciendo heroicamente; esto fue la chispa que hiciera desarrollarse, potente y arrasante, la revolución maderista, que abatió la sólida dictadura porfiriana”.

            Don Manuel Mañón, librero, dramaturgo, crítico y cronista, fue un gran amante del teatro que semana a semana asistía a las funciones que se ofrecían en el gran Teatro Nacional y en el Teatro Principal de México. Durante décadas, su pluma narró el ir y decir de los hacedores del teatro mexicano.

            Cuenta el cronista que el año 1911, iniciaba “dentro de un ambiente de zozobra e intranquilidad por los acontecimientos políticos que se desarrollaban en el interior de la República. Motivados por el incremento que día a día tomaba la Revolución, se efectuó el primer estreno en el Teatro Principal, siendo este: Así son Todas, llevada a escena el sábado 7 de enero con mediano éxito, debido a su corte dramático, no obstante […] la inspirada interpretación de la Soler, Etelvina, Arozamena y Pajujo”.

            Al paso de los meses, entre teatro, operetas y zarzuelas se filtraban también los hechos que marcaron la historia del país: “el miércoles 24 del mismo mayo reinaba gran agitación en los teatros y demás centros de reunión de la ciudad. El pueblo había ocupado las galerías de la Cámara de diputados y las calles adyacentes pidiendo a gritos la renuncia del general Porfirio Díaz […] pues la Revolución había triunfado, firmándose la paz en ciudad Juárez el domingo 21”.  Días después, se estrenaba en el Teatro Principal la zarzuela Las dos reinas o El Triunfo del Pueblo, de Sinesio Delgado.

            “El miércoles 7 [de junio] se comentaba en pasillos y bastidores del Principal, el magno recibimiento hecho la mañana de ese día a don Francisco I. Madero […], pues había entrado en la ciudad de México en medio de las más entusiastas aclamaciones del pueblo. […] Igualmente se comentaba en todas partes el formidable temblor sentido esa misma mañana, y a causa del cual resultaron muertas 49 personas, 39 gravemente heridas y muchos edificios derrumbados”.

            El teatro parecía no dejarse amedrentar; al contrario, tomaba las sacudidas y las convertía en material para la ficción, por esas fechas se estrenó la zarzuela México al Día, de Jacinto Capella, en la que se usaba, como parte de la escenografía,  un retrato de don Francisco I. Madero, que fue “largamente ovacionado”.

            Al paso de los años, solo un hecho interrumpió la actividad teatral: el 9 de febrero de 1913 ya no se celebró la última función anunciada por la Empresa Rosas, dados los sangrientos sucesos de la Decena Trágica que, cuenta Mañón, “dio como saldo luctuoso la muerte de connotadas personalidades políticas y militares, […] amén de gran número de soldados y pacíficos habitantes, entre los cuales fue muy sentido el notable actor mexicano Enrique C. Labrada, quien transitando por la calle ancha, en dirección a un baño, fue alcanzado por una bala, de la Ciudadela, que instantáneamente puso fin a la existencia de ese gran artista cuyos valimentos aún no han sido debidamente justipreciados”.